Testimonios
Fundación PIEDAD promueve el éxito
Los niños y las niñas que crecen en la pobreza a menudo carecen del apoyo que necesitan para desarrollar todo su potencial. Los profesores y profesoras de Fundación PIEDAD ayudan a los niños y niñas a descubrir y proyectar sus talentos para que no sólo puedan soñar en gran sino también realizar esos sueños.
“Te acercas mucho a los niños. Usted comparte sus emociones, sus momentos felices. Lloras con ellos. Celebras con ellos. Usted los ve cumplir sus sueños. La relación entre los niños, los maestros, y el personal administrativo es muy agradable, lo que lo hace diferente de otras escuelas.”
– Lililam Camacho Benavides, ex-alumna y actual directora
“He sido estudiante desde el Kinder. Tenía un profesor muy bueno que siempre nos enseñó que deberíamos seguir persiguiendo nuestros sueños”.
– Kimberly Herra Badilla, ex-estudiante y actual docente
“He trabajado en otras instituciones antes, y creo que aquí todo se trata y es para los niños. En otras instituciones todo se trata por y para los padres. Aquí, queremos asegurarnos de que coman bien, que se sientan bien, que estén recibiendo educación, que estén felices, que crean en Dios, que están aprendiendo, que este es un lugar para que sean felices”.
– Kimberly Gamboa Marín, maestra de guardería
“He hecho muchos buenos amigos en esta escuela. Nunca pensé que iba a ser así”.
– Nissy Gamboa Herra, estudiante en Escuela Cristiana de Linda Vista
“Fundación Piedad ofrece a cualquier persona física o jurídica un espacio seguro para contribuir al mejoramiento integral de personas de todas las edades a tener una vida mejor. Una trayectoria altruista, educativa y espiritual desde 1983. Sus donaciones son deducibles del impuesto”.
– Juntos hacemos más y mejor
“Los valores que aprendí en la Fundación PIEDAD me convirtieron en la persona que soy hoy. Ahora soy un líder en esta comunidad y líder en una escuela, Los Guido”.
– Kenyi Cruz, ex-alumna y actual maestra
Cuando estaba en el kinder, le dije a mi mamá que quería venir a esta escuela porque me gustaba mucho, porque antes nadie me hablaba de Dios, y yo quería aprender. Así que le pregunté a mamá: ‘¿Me matricularías en esa escuela?’ Y me gustó desde el primer día”.